Pasaban escasos minutos de la medianoche del primero de abril de 1989, cuando Thomas Muster, tras grabar una entrevista para la televisión austríaca, abandonaba el National Center de Cayo Vizcaíno (Florida, EE UU).
Acababa de derrotar a Yannick Noah en las semifinales del Lipton y así alcanzaba su primera final en un torneo de dos semanas de duración y un cuadro abierto a 128 jugadores. Era un hombre feliz y ambicioso. "Ya estoy entre los 10 primeros del mundo. Mañana, en la final ante Iván Lendl, no tengo nada que perder", dijo.
Su noche más feliz acabó rozando la tragedia.En compañía de Ronnie Lietgeb, su manager, Muster se dirigió al Bayside, un centro comercial de Miami. Mientras recogía la bolsa del maletero de su vehículo, un conductor en estado de embriaguez se acercó con su automóvil a toda velocidad en un área limitada a 30 kilómetros por hora. No hubo tiempo para reaccionar. Un violento choque frontal acabó con Muster, que fue a parar bajo la carrocería de su propio coche. Los ligamentos de la rodilla izquierda fueron segados de golpe, y su cuerpo presentaba múltiples magulladuras. Muster, sin embargo, conservó la sonrisa.
"Estas cosas pueden sucederle a cualquiera. Debo estar contento por haber salvado la vida. Sé que va a ser una lesión difícil de curar, pero tengo fe en los médicos y espero volver a jugar muy pronto", fueron las palabras de Muster al salir del hospital.
Una causa nacional.
La lesión de Muster, producida en plena explosión del tenis en su país, fue tomada como una causa nacional. Los mejores doctores especialistas en lesiones de rodilla -la medicina austriaca a progresado muchísimo en este campo gracias al auge del esquí- estudiaron un plan. Muster fue operado en Viena por el doctor Willi Dungl, y un equipo de fisioterapeutas estudió y diseñó un artilugio especial para que pudiera entrenarse.
Muster se aferró a ese artilugio como un ciego a su perro lazarillo, mientras una máquina lanzapelotas le servía de rival imaginario. "Volver a golpear una pelota fue una sensación tan agradable como volver a ganar un torneo", dijo Muster.A los cuatro meses, Muster abandonaba las muletas y comenzaba ejercicios especiales de recuperación: "Durante esos cuatro meses trabajé a fondo toda la musculación en el gimnasio. Cuando me quitaron el yeso, la pierna izquierda parecía un alambre. Sin embargo, sabía que estaba en el buen camino".
El 20 de septiembre, Muster encontraba el sendero correcto de su recuperación y jugó su primer encuentro oficial en la pista Talismán del Real Club de Tenis Barcelona. Nadie podía imaginar que pudiera tener fuerzas para llegar a los cuartos de final del torneo. "Ha sido un momento muy importante para mí. Nunca me desanimé, pero ha sido un proceso durísimo. Ahora sólo pienso en 1990", dijo Muster aquel día tras derrotar al mexicano Agustín Moreno.
Los médicos le habían pronosticado que pasarían al menos 10 meses antes de pisar de nuevo las pistas. Muster lo hacía con cuatro meses de anticipo.
En 1995 llegó su gran triunfo en su Grand Slam Preferido: Roland Garros. Además, ese año acumuló una racha de 40 partidos consecutivos ganados de febrero a junio, ganó 12 títulos en 14 finales disputadas, ganó 12 veces a jugadores top-10 y fue nombrado de nuevo mejor deportista austriaco del año.
En febrero de 1996 alcanzó el nº 1 del ranking del ATP y se retiraría en 1998 tras caer en primera ronda de Roland Garros ante Lapentti.
He de reconocer que nunca me cayó especialmente simpático pero cuando la pista central del Reial Club de Tennis Barcelona, en pleno torneo del Compte de Godó, se puso en pie aplaudiendo la entrada del austriaco, que iba a disputar su primer partido después de la lesión, me interesé por su caso que es digno de admiración.
Mis respetos Mr. Muster.
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