Como es lógico, definamos que fue este movimiento arquitectónico y artístico:
Modernismo puede definirse como una reacción esteticista contra la civilización industrial, basada en las ideas del simbolismo, y un acercamiento de morfología de la naturaleza, hechos ambos que se unen en la definición de Mackmurdo, según el cual el arte no trata en absoluto de imitar la naturaleza, sino que es una creación imaginativa que busca en ella sus símbolos.Barcelona, cuyo ensanche se construyó básicamente durante la eclosión de este movimiento artístico, puede ser considerada como la ciudad modernista por excelencia.
Aunque no parece haber influido mucho fuera de España, la obra de Antoni Gaudí (1852-1926) es ya de una sorprendente novedad en 1878-80, cuando construye, en un estilo de evocaciones neomudéjares, la Casa Vicens de Barcelona; la policromía brillante (ladrillo, piedra, cerámica) y el empleo de la luz indirecta creaban sugestiones que no se podían relacionar con ningún estilo conocido. A partir de ese momento se puede hablar del verdadero nacimiento del modernismo catalán, algunos años antes, como se ve, de que Víctor Horta construya en Bruselas su famosa Casa Tassel (1892-93).
En Cataluña existe a fines de siglo una próspera burguesía industrial, culta y nacionalista, que va a prestar su apoyo a los principales arquitectos del movimiento. Su dinamismo económico, unido al resurgir de la cultura catalana (la Renaixença), lleva a estos burgueses a aceptar unas formas artísticas que cumplen a la vez varios requisitos:
- enlazan con la mejor tradición nacional (el gótico de los siglos XIV y XV),
- son lo suficientemente nuevas y originales como para permitirles satisfacer sus ansias de «modernidad», y
- poseen un gran refinamiento, lo que sirve para expresar la riqueza y distinción de esos clientes.
Uno de estos magnates industriales es el conde Eusebi de Güell para quien Gaudí construyó algunas de sus mejores obras. El Palacio Güell es de los años 1885-89 y tiene bastante importancia en la evolución artística de Gaudí; sus puertas, parabólicas, están cerradas por rejas de hierro forjado en las que el metal es tratado con una gran ductibilidad y libertad; el arquitecto, no conviene olvidarlo, era descendiente de una familia de forjadores, y eso puede explicar, en parte, la alta calidad de los detalles artesanales. Con este palacio, Gaudí abandonó muchos restos «historicistas», lanzándose a la búsqueda de un estilo más personal, lleno de sugestiones vegetales y animales sin ser estrictamente «figurativo».
En el año 1883 recibe el encargo de continuar las obras del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona. Gaudí se entrega por completo a esta tarea, proyectando un edificio gigantesco que había de tener tres enormes fachadas, cripta, y unas naves vagamente góticas; sólo pudo terminar la fachada de la Natividad: sobre tres portales abiertos, con fantástica decoración escultórica, se levantan cuatro torres circulares cuyos vértices están cubiertos con mosaicos brillantes que resplandecen a la luz del sol.
Lo construido tiene un poderoso aire surreal, delirante, y pocas veces en la historia de la arquitectura se puede contemplar una conjunción tan feliz entre el atrevimiento de las soluciones estructurales y la exuberancia e imaginación del resultado global.
Casa Batlló (1905-1907) en el Passeig de Gràcia
Estas características se pueden ver también en otras obras civiles: en la Casa Batlló (1905-7) utiliza columnas en forma de huesos, al tiempo que reviste el exterior con mosaicos de colores, el célebre trencadís", tan peculiar de las obras de Gaudí.
Recomiendo la lectura del blog La Barcelona de antes sobre la historia de este edificio barcelonés.
La Casa Milá (1905-10) presenta una curiosa disposición de las habitaciones interiores, con ángulos obtusos y agudos, y paredes onduladas.
La fachada, dominada por unos tejados de ensueño, parece construida de lava ardiente o de gelatina petrificada, como si todo pudiera transformarse de un momento a otro. La imaginación de este artista y su capacidad para fundir escultura y arquitectura en un «marco natural», culminan en el Parque Güell (1900-14) donde los brillantes mosaicos, las columnas inclinadas, los fantásticos corredores y la inventada fauna polícroma, hacen de este jardín algo único en la historia del arte europeo. Al final de su vida, Gaudí afirmaba que la línea recta es la línea de los hombres y la curva, la de Dios; casi todas sus obras parecen destinadas a confirmar esta opinión.
Junto a Gaudí, otros arquitectos hacen del modernismo un momento especialmente privilegiado de la arquitectura catalana. Lluis Doménech i Montaner (1850-1923) construye en 1888 el Café restaurante de la Exposición Universal de Barcelona (hoy Museo de Zoología); de 1905-1908 data el Palau de la Música Catalana donde Doménech utiliza, entre la exuberante decoración, una racional estructura de hierro. Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) es, en cambio, un arquitecto más tradicional, que cultiva formas claramente neogóticas (casa Martí, Palacio Quadras, casa Macaya...).
Con un vídeo sobre la construcción del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia acabamos hoy.
NOTA 12 de ENERO 2018: Hago este apunte porque me ha parecido curiosa esta publicación: La historia detrás del panot de flor de Barcelona, es decir de la baldosa que aparece en la imagen que abre este post.
Espero que este post haya sido de vuestro interés. Me encantaría, más que nunca, ver vuestras valoraciones y leer vuestros comentarios a través de las herramientas que este blog pone a vuestra disposición.
#rincondelsueko en Twitter, Facebook, Flipboard y Google+
No hay comentarios:
Publicar un comentario