En dicho artículo nos resume de una forma muy clara este concepto y lo liga al de liderazgo del que ya hemos hablado en este Rincón anteriormente.
Sacar a la gente de "su zona de confort" se ha convertido en una de las nuevas panaceas del liderazgo. Una especie de Dogma de Fe sin el cual es poco menos que imposible extraer lo mejor de las personas que conforman un equipo de trabajo. Y es cierto, movilizar a los profesionales a través de retos puede ser una buena manera de desarrollar su talento. El problema está en pensar que esto es así siempre y en todos los casos. A veces, demasiado movimiento puede ser contraproducente y una forma de arruinar el desarrollo de un buen trabajador.
Antes de continuar, quizá convendría definir eso que ha venido a llamarse "zona de confort". Normalmente se asocia a ese autoconocimiento, más o menos extenso, que todos tenemos acerca de nuestras fortalezas como profesionales. Sabemos lo que se nos da bien y cómo ponerlo en práctica para obtener buenos resultados con ello. Pero nuestro autoconocimiento no termina en ser conscientes de lo que sabemos hacer.
También sabemos lo que no sabemos hacer. Aquellas áreas en las que no somos eficaces, en las que carecemos de formación o experiencia o de ambas cosas, y en las que es difícil que ofrezcamos la mejor versión de nosotros mismos. Porque en el fondo, sabemos que hay cosas para las que no tenemos talento y, es más, no nos importa demasiado no tenerlo y, por tanto, no lo vemos como un reto.
Esas dos parcelas, la positiva y la negativa, constituyen las fronteras de lo que yo prefiero llamar "caja de comodidad", un espacio en el que nos desenvolvemos con seguridad. Todo irá bien mientras no pisemos (ni nos hagan pisar) fuera de ese tiesto. Hay ocasiones en que un profesional es muy feliz y muy eficaz trabajando dentro de su zona de confort, y sería poco inteligente tratar de sacarlo de ahí. Ese empeño en convertir a un empleado 'happy' y centrado en uno 'unhappy' y desconcertado es uno de los mayores errores que puede cometer un líder.
En otras, en cambio, lo que necesita es que se le plateen desafíos para descubrir esas áreas que quedan fuera del alcance de su autoconocimiento. Está aburrido, se muestra apático ente el trabajo porque nadie le ayuda a desarrollar su talento.
El buen líder debe saber cuándo es conveniente forzar ese peregrinaje de su equipo a zonas inhóspitas y despobladas y cuando no. A veces, ambas situaciones puede presentarse en la misma persona. En determinadas tareas se desenvuelve de maravilla y lo último que necesita es que introduzcan novedades en su rutina; mientras que para otras necesita un empujón que le permita descubrir sus fortalezas ocultas (lo que no sabe que sabe) y zonas ciegas (lo que no sabe que no sabe) para desarrollar su talento. Y ese empujón lo necesita rápido porque, de lo contrario, desconectará y lo perderemos.
Espero que este post haya sido de vuestro interés. Me encantaría, más que nunca, ver vuestras valoraciones y leer vuestros comentarios a través de las herramientas que este blog pone a vuestra disposición.
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