Llamamos moneda signo o moneda fiduciaria a aquella que es aceptada por un valor superior al de su valor como objeto-mercancía. La moneda fiduciaria por excelencia es el papel moneda, cuyo valor intrínseco es prácticamente nulo, y que es aceptado según el valor que lleva inscrito. De modo similar cualquier moneda metálica cuya ley y su valor no coinciden puede considerarse como moneda signo.
A lo largo de la historia, el papel de equivalente general lo han desempeñado mercancías muy distintas: el ganado el trigo y el arroz sirvieron como medida de valor y medio de pago en lo pueblos agrícolas y ganaderos. Salario deriva del latín salarium, que significa 'pago de sal' o 'por sal'. El término proviene del antiguo imperio romano, donde muchas veces se hacían pagos a los soldados con sal, la cual valía su peso en oro, dado que la sal en la antigüedad era una de las pocas maneras que se tenía de conservar la carne, es decir, poniéndola en salazón.
El aumento del comercio, que coincidió en general con la denominada revolución metalúrgica, convirtió los metales en objeto principal de este comercio, primero en forma de utensilios, y después de metal puro, sin trabajar. Este metal puro que servía de equivalente general se medía por su peso, y la dificultad que suponía el tener que comprobarlo continuamente llevó a grabar en el lingote o pieza de metal una señal que lo garantizara. Los primeros lingotes sellados aparecieron en el milenio -III en Mesopotamia y Egipto.
Hacia -1500, en la civilización cretomicénica se utilizaban discos metálicos estampillados, de mayor parecido a la moneda moderna; pero fue en el s. -VII o -VI cuando en las ciudades griegas del Asia Menor apareció una moneda metálica con una efigie acuñada, que era garantía de la comunidad o de su jefe, en cuanto a un valor dado, sin necesidad de pesarla o comprobar su ley. No puede hablarse, sin embargo, de una verdadera circulación monetaria: los lingotes sellados servían sólo para pagos excepcionales, no para los intercambios cotidianos.
Históricamente los metales, en especial el oro y la plata, se han impuesto como moneda, por sus cualidades físicas, por ser durables, transportables sin pérdida de valor y fáciles de reconocer. Esto favoreció su utilización como moneda.
El deterioro del comercio, incrementada por las invasiones bárbaras, originó también una deterioración de la moneda, que se manisfestó en la disminución del contenido de oro en las monedas, hasta que después de Carlomagno ceso de acuñarse por completo el oro. Hasta el s. XIII Europa es pobre en oro, debido al atesoramiento practicado por la Iglesia, el pillaje de los normandos, las compras pagadas en oro de bienes suntuarios por parte de la Iglesia y la nobleza, y la inexistencia de minas de oro.
No obstante, y desde finales del s. XI, los tributos impuestos a los musulmanes, la venta de esclavos a éstos y las razzias cristianas propiciaron el inicio de una nueva fase en la que se acuño oro, aunque imitando las monedas musulmanas.
La letra de cambio es un documento mercantil cuyo origen se remonta al siglo XII en Italia y que luego llegó a España como un documento vinculado al contrato de cambio de monedas entre cambistas situados en distintas localidades cuando las comunicaciones no eran seguras ni rápidas. El funcionamiento en aquellos tiempos era que los comerciantes entregaban el dinero a un cambista de una plaza; éste emitía un documento en el que reconocía haber recibido fondos y prometía reintegrarlos en otra plaza. En consecuencia se cambiaba moneda presente por moneda ausente y esta transacción se hacía constar en un documento notarial que servía de prueba de la obligación asumida por el cambista, pero que no incorporaba ningún mandato de pago, limitándose a indicar la moneda recibida y la obligación de pagar el equivalente a la persona de quien se había recibido el dinero, en el lugar y plazo establecidos.
El pago podía hacer personalmente o a través de un mandatario en la localidad. Además el cambista emitía un segundo documento en forma de carta que remitía a su corresponsal en el lugar del pago ordenándole el reembolso del cambio al mercader. Con posterioridad los dos documentos se fusionaron en uno solo, que además de ordenar el pago incorpora la mención de haber recibido anteriormente el importe a pagar; en aquel momento nació la letra de cambio que en realidad es una carta relativa a un contrato de cambio.
La recuperación europea en el s. XIII provoca que el oro sea traído por una balanza comercial favorable; la acuñación de oro en las florecientes ciudades mercantiles del Mediterráneo y el norte de Italia: el florín de Florencia y el ducado de Venecia, era una consecuencia del desarrollo económico de Occidente y respondía a la necesidad de disponer de una moneda fuerte para el comercio internacional.
Durante el S. XVI se produjo la expansión del mercado mundial, que abarcó desde América hasta Extremo Oriente: el metal americano pagó en última instancia, las especias y las telas de la India y del sudeste asiático. La circulación de la moneda de plata adquirió cada vez más importancia y se convirtió en básica por su volumen.
La acuñación de estrías en los cantos de las monedas viene de un ancestral sistema de protección a las monedas de metales preciosos, ya que era un costumbre muy arraigada durante los s. XVII y XVIII limar o cortar el borde de las monedas irregulares, en muchos casos identificadas como macuquinas, para juntar las partículas que se les extraían y luego venderlas como metal.
Como las denominaciones de las monedas estaban íntimamente ligadas a los valores intrínsecos de sus contenidos metálicos, el comercio y los estados se veían en la obligación constante de pesar las monedas. Para evitarlo, algunas casas de monedas empezaron a acuñarlas completamente circulares y a ponerle cordoncillos que indicaban al usuario su tamaño real. El cordoncillo, en muchos casos muy elaborados con hojas y otros diseños, se tornaba difícil por lo que con el tiempo degeneró en las rayitas o dentaduras.
Pero en los s. XVI, XVII y XVIII no sólo circuló moneda metálica, sino que la financiación de las actividades de las coronas mediante créditos a corto y largo plazo originó una amplia circulación de valores en forma de papel, moneda fiduciaria. A finales del s. XVII y principios del s. XVIII Inglaterra puso los fundamentos de lo que sería más tarde sistema monetario mundial:patrón oro y billetes de banco; pero sucedió en la medida que Inglaterra adquirió el dominio marítimo y comercial y se llevó a cabo una monetización de la economía.
Para finalizar el post de hoy dejo este vídeo cortito que de forma muy amena nos explica un poco el tema de hoy.
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